Leonardo Garay Ortiz
04.03.21
Pese a que, en Colombia, la ley 1616 establece que la salud mental es un derecho fundamental y que la OMS ha dictaminado que la prevención es el único método sostenible para reducir los efectos discapacitantes de las enfermedades mentales, es palpable que en Colombia los esfuerzos por prevenir trastornos mentales son precarios. La inversión del estado es mínima y el alcance de sus políticas es insignificante. Lo anterior es preocupante ya que la pandemia por el coronavirus ha golpeado fuertemente la salud mental de la población. Es imperioso que el gobierno replantee su política pública de salud mental para garantizar este derecho básico.
“Ya que la efectividad de los distintos tratamientos para discapacidades degenerativas producidas por trastornos mentales y del comportamiento es limitada, el único método sostenible para reducir la carga causada por estos trastornos es la prevención.” (OMS. Traducción propia). En Colombia, las patologías psico-psiquiátricas no son un problema menor, y aunque hay un trabajo importante hecho al respecto, parece necesario profundizar los esfuerzos en prevención y promoción en la salud mental.
Los resultados de la encuesta nacional de salud mental, llevada a cabo durante el dos mil quince por el Ministerio de Salud, reflejan el estado preocupante de la salud mental de los colombianos. Por ejemplo, “un 44,7% de la población infantil de 7 a 11 años requieren de evaluación formal por parte de un profesional de la salud mental para descartar problemas o posibles trastornos”; “[en] población de 12 a 17 años se encuentra que el 12,2% es positivo en el tamizaje para algún trastorno mental, el 52,9% tiene uno o más síntomas de ansiedad, el 19,7% manifiesta cuatro o más síntomas de depresión, 2% de los adolescentes poseen síntomas sugestivos de convulsiones o epilepsia y 10,1% síntomas sugestivos de algún tipo de psicosis, resultados estadísticamente significativos.” Dadas estas circunstancias, la promoción de la salud mental y la prevención primaria son necesarias y oportunas para garantizar el derecho a la vida digna y salud mental de los colombianos.
La OMS define la promoción de la salud mental como “actividades que implican la creación de condiciones ambientales, sociales e individuales que posibiliten el óptimo desarrollo psicológico y psicofisiológico de [las personas y comunidades]”. Lógicamente, la promoción de la salud mental implica un esfuerzo en múltiples frentes de política pública que van desde la erradicación de la pobreza y el hambre, hasta acciones institucionales dirigidas a erradicar el estigma sobre las personas con patologías psico-psiquiátrica.
Tales esfuerzos requieren un número importante de recursos y una gestión administrativa de largo aliento. Sin embargo, hay esfuerzos de prevención que pueden llevarse a cabo con menos recursos, esfuerzos enfocados en la detección temprana como “la [difusión] de evidencia en forma de mensajes claves que sean fáciles de entender, pero conserven su exactitud científica y que sean los suficientemente prácticos para ser llevados a cabo.” (OMS)
En Colombia, la ley 1616 de salud mental, aprobada en el dos mil trece, normativiza la atención integrada e integral en salud mental y la promoción de esta y la prevención de trastornos mentales. En la letra de la ley, la prevención y promoción de la salud mental quedó a cargo del departamento para la prosperidad social y el ministerio de salud, así mismo, los entes territoriales como gobernaciones y alcaldías deberán disponer de la red integral de prestación de servicios de salud para la atención integral en los territorios.
La ley establece que la prevención de trastornos mentales y la promoción en salud mental debe llevarla a cabo el ministerio de salud a través de la Política Pública Nacional de Salud Mental. La ley también establece que esta política “deberá ser formulada e implementada bajo un enfoque de derechos, intersectorial, corresponsable y equitativo, en articulación con las demás políticas públicas incluyendo entre otros elementos: […] la prevención de los problemas en salud mental individuales y colectivos, así como los trastornos mentales mediante la detección, la remisión oportuna, el seguimiento, el tratamiento integral y la rehabilitación psicosocial y continua en la comunidad con apoyo directo de los entes de salud locales.”
En momentos críticos para la salud mental de las personas como la pandemia por la covid-19, los esfuerzos acumulados de años anteriores se hacen evidentes o la ausencia de estos. A lo largo del dos mil veinte, la alcaldía de Bogotá ha llevado a cabo la estrategia Háblalo, hazlo por tu salud mental. La estrategia consiste en divulgar mensajes sobre el tema, así como la manera de acceder a las líneas de atención y orientación. También a puesto a disposición de la ciudadanía dos líneas telefónicas, para la atención al suicidio (106) y la línea púrpura, mujeres que escuchan mujeres (018000112137).
Sin embargo, la estrategia Háblalo… no ha tenido una acogida amplia, el número de sus seguidores en redes sociales no alcanza los cinco mil, en Instagram es menor de dos mil quinientos y sus publicaciones no tienen un número de interacciones ni vistas que superen su número de suscriptores. Es decir, el impacto de esta campaña es irrelevante estadísticamente. Ahora bien, pese a que la página y sus redes sociales se mantiene activas, ni es mucha su actividad ni la variedad de la información que distribuye en redes.
Por parte del gobierno nacional, la situación es aún más desalentadora, la inversión en salud mental ha sido del seis por ciento del presupuesto del Ministerio de Salud, unos dieciocho mil millones de pesos anuales para todo el territorio nacional, y dicha inversión no ha aumentado pese a los resultados de la encuesta nacional de salud mental del dos mil quince, como el mismo ministerio nos muestra en su Estructura del gasto en salud pública. A la hora de revisar la política pública de salud mental del actual gobierno, encontramos que todo el cuerpo del texto se gasta en definiciones y conceptualizaciones, sin embargo, en ningún momento se plantea, delinea o sugiere acción alguna, más allá del monitoreo de los objetivos del plan quinquenal de salud mental que culmina en dos mil veintiuno.
gg En resumidas cuentas, la carta de acción del gobierno Duque con respecto a la salud mental es la inacción, pese a la pandemia y su impacto catastrófico en la salud mental de los colombianos, pese al recrudecimiento de la violencia en las zonas rurales y periféricas del país.
De acuerdo con la OMS la prevención de trastornos mentales y la promoción de la salud mental necesita ser parte integral de las políticas de salud pública y promoción de salud a niveles nacionales y locales. La pandemia producida por la covid-19 ha empeorado la ya precaria situación de la salud mental de los colombianos. Un estudio realizado en Inglaterra, publicado por The Lancet Psychiatry, muestra que de ciento veinticinco personas enfermas con covid, treinta y nueve presentaron estados mentales anormales, de ellos, veintitrés presentaron síntomas clasificables como patologías psico-psiquiátricas. Si atendemos a que situaciones de vulnerabilidad incrementan las posibilidades de sufrir una patología psico-siquiátrica, es posible sugerir que el porcentaje de personas con estados de salud mental desmejorados y afectados por la covid-19 sea mayor. Esta situación ya no sólo requiere un cumplimiento a cabalidad de la ley, sino de medidas extraordinarias tanto para atención inmediata como para que el mismo sistema de salud funcione óptimamente a largo plazo. En últimas, estamos hablando de garantizar el derecho a la salud, de garantizar un derecho humano de todos los colombianos.
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