El fenómeno de las noticias falsas no es necesariamente nuevo. Se puede interpretar, de cierto modo, cómo el mismo ejercicio propagandístico de siempre, pero que con la llegada y el auge de las redes sociales ha tornado en una nueva dimensión. Es un mal que conocíamos, con una nueva gran maquinaria que lo fortalece.
Los inesperados resultados electorales alrededor del mundo, entre ellos el plebiscito por la paz en Colombia, han puesto sobre la mesa un debate acerca de los alcances de las noticias falsas en la democracia de los Estados.
Es importante mencionar que las noticias falsas no representan un fenómeno nuevo. El hablar de información selectiva que decide presentarse de cierto modo ante el público corresponde a las nociones de manipulación o amarillismo, que no son propiamente un fenómeno de los últimos años. Podría decirse que estamos ante el mismo ejercicio propagandístico de siempre, pero que con la llegada y el auge de las redes sociales ha tornado en una nueva dimensión. Es un mal que conocíamos, pero con una nueva gran maquinaria que lo fortalece.
Ahora bien, es importante poder distinguir una noticia falsa, entenderla. No es posible usar como elemento único de distinción un juicio sobre la verdad de cualquier información para catalogarla o no dentro de las noticias falsas. Un buen concepto sobre las fake news surge con la intención: es una noticia falsa toda aquella información ficticia o fraudulenta que se comparte a sabiendas de los errores que contiene.
Esta noción de deshonestidad en la intención resulta, quizás, un elemento más adecuado para distinguir las noticias falsas de aquella información que también puede contener elementos ficticios y fraudulentos, pero que dada la carencia de intención, pueden gozar de protección constitucional.
Allí, encontramos uno de los puntos esenciales en el debate: la libertad de expresión e información. Existe por un lado, una visión defensora de un concepto amplio de la libertad de expresión, en donde por ejemplo, el decidir conscientemente compartir información falsa debe estar protegido constitucionalmente, y por lo tanto sería inadmisible cualquier tipo de censura o regulación. Ahora bien, es importante mencionar que no existe una noción absoluta de los derechos. Incluso con los fundamentales, es importante entender que cuando existen derechos en conflicto, un derecho puede verse sometido a ciertas limitaciones para defender el otro.
El peligro de las noticias falsas radica en la falsa idea que puede generar en grupos sociales y que afecte el contenido democrático de un país. Si usted o algún familiar suyo, decide por ejemplo, abstenerse de ir al médico ante una patología grave, porque leyó en internet que podría curarse con remedios caseros, es únicamente usted o su familiar quien asume las consecuencias de dicha información en línea. El problema radica cuando esta información ficticia, genera un gran impacto en un grupo mayoritario de personas, y que pueda tener afectaciones, por ejemplo, en los resultados electorales para la alcaldía de su ciudad.
Los espacios virtuales: blogs, redes sociales, foros de discusión, pueden entenderse como un arma de doble filo para el ejercicio democrático. Por una parte, la posibilidad de unir personas en grupos con intereses similares y opuestos ofrece nuevos canales para generar debate y fortalecer un espíritu democrático. Sin embargo, esta posibilidad de reunir grupos de similares intereses puede resultar en un espacio que propicie la polarización. En palabras de Sunstein, se generan cámaras de eco donde las personas escuchan ecos más fuertes de sus propias ideas.
Dicho de otro modo, la creación de estos espacios virtuales generan ambientes donde, dada la gran afluencia de opiniones encaminadas del mismo modo hacia determinados temas, se propicien ideas en mayor medida radicales que son aceptadas por los miembros del grupo.
Visto en práctica, por ejemplo, la viralización de una noticia falsa sobre determinado partido político o candidato, puede generar una ola masiva de opiniones en los grupos online que influencie a los miembros del grupo a votar por determinada opción en particular. Es en este aspecto donde los límites de la protección constitucional pierden su fuerza. No se trata ya del familiar que ha decidido tratar una apendicitis en casa, sino de cientos de personas que tienen un sesgo en las elecciones políticas: el impacto deja de ser exclusivo de cada quien y adquiere una responsabilidad y efectos para todos los ciudadanos.
Como lo indica Catalina Botero Marino, decana de la facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, el ejercicio democrático frente a las redes sociales requiere de un mayor
ejercicio de responsabilidad.
“Un like o un retuit de información que nos agrada, pero cuya veracidad desconocemos, puede contribuir a empeorar nuestra calidad democrática. El mayor poder que nos da Internet también exige el ejercicio de una mayor responsabilidad colectiva. La censura, en esta materia, terminaría siendo peor que la enfermedad.“ -Catalina Botero Marino Decana de la Facultad de Derecho de la Universidadde los Andes. @cboteromarino
Es inevitable preguntarse cómo se pueden desarrollar soluciones para evitar una afectación democrática seria a la luz de las noticias falsas. Por un lado, existen opiniones defensoras de mantener los espacios virtuales libres de censura, o cualquier otro tipo de regulación al respecto.
Sin embargo, estas opiniones desconocen la importancia de las afectaciones democráticasque pueden generar las noticias falsas. Puesto de otro modo, si se encuesta a un grupo de fumadores sobre la posibilidad de decretar los parques públicos de la ciudad como espacios libres de humo, es probable que una mayoría concuerden con esta medida porque son conscientes de la afectaciones a la salud que esto podría traer a los niños que jueguen en los parques o demás personas con las que comparte el espacio.
De manera similar, una negativa rotunda a las regulaciones en las redes sociales sobre las noticias falsas, es esconocer las afectaciones a la calidad democrática que estas pueden presentar. De modo que, podríamos concluir que el debate no debe darse en torno a la existencia o no de una regulación en materia de internet, sino de cómo o de qué tipo debería ser. Debe de existir un ejercicio de conciencia colectiva que permita reducir los niveles de las noticias falsas. Es importante mencionar que esta problemática resulta de gran importancia a nivel internacional. Por su parte, las Naciones Unidas han presentado en su Declaración Conjunta sobre Libertad de Expresión y Noticias Falsas, Desinformación y Propaganda una serie de precisiones donde exhortan a los países a buscar regulaciones que no vulneren derechos y reconozcan las dificultades que se presentan. En Colombia, el proyecto de ley "Por medio del cual se crean normas de buen uso y funcionamiento de redes sociales y sitios web en Colombia” registra un primer acercamiento legislativo en la materia, que desafortunadamente, no ha podido ocupar su lugar en los debates del legislativo.
Es importante considerar así, que esta regulación no es sencilla. Las empresas prestadoras de servicios de redes sociales se presentan a sí mismas como intermediarios neutros que facilitan la comunicación, y alegan la autonomía de sus sitios contra las regulaciones por parte de los gobiernos. Por otro lado, por ejemplo, si el interés de las regulaciones se dirige a la búsqueda de la rectificación de información, y esta proviene de un perfil anónimo, o que no pueda rastrearse, cómo es posible solicitar una rectificación.
No es un debate sencillo. Sin embargo, es esencial buscar espacios en donde adquiera un mayor protagonismo. Debemos buscar herramientas que nos permitan, iniciando por nuestros hogares, la detención de noticias falsas. No podemos considerar que existe un derecho a mentir dolosamente para influenciar nuestra democracia.
A continuación, mencionamos algunas de las estrategi as propuestas por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones para la detección y prevención de noticias falsas.
Consejos
1. Leer la noticia entera, no solo el titular.
2. Averiguar la fuente: Si es una cadena de WhatsApp con autor desconocido, es mejor no compartir esa información; preguntarse si proviene de una fuente legítima en la que haya confiado en el pasado; investigue el nombre del medio o del autor; preste atención si el sitio que produjo la noticia tiene prestigio; si la noticia hace referencia a un medio de comunicación, puede ingresar a su página web para comprobar si el contenido fue tomado realmente desde esa plataforma.
3. Busca el titular en Google: Si es verdadera, es probable que otros medios confiables la hayan compartido; si es falsa, puede que algunos sitios de verificación ya la tengan clasificada como tal. Los investigadores dicen que las noticias falsas pueden engañar a personas de cualquier edad.
4. Busca los datos que se citan: es vital contrastar con otros sitios para verificar si la noticias son reales, ¿hubo otros medios que compartieran lo que se dijo?
5. Verifica el contexto, como la fecha de publicación: Sacar una noticia de contexto y divulgar en una fecha diferente también es una forma de desinformación.
6. Pregunte a quién envió la noticia de quién la recibió: evalúe si confía en esa persona y si logró verificar alguna información.
7. Si Recibió un audio o un video con información trate de resumirlas y buscarlas en internet introduciendo las palabras clave.
9. Piensa en números: ¿La noticia cita cifras de investigaciones o de otros datos? Busque para ver si tiene sentido.
Fuentes
Universidad de los Andes | Vigilada Mineducación
Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964.
Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.
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